La preservación de la naturaleza y la expansión urbana a menudo entran en conflicto, y el Río Santa Catarina en Nuevo León no es una excepción. Se plantea una cuestión fundamental: ¿Deberíamos intervenir el río o permitir que siga su curso natural bajo una vigilancia pasiva? A mi juicio, la respuesta podría ser la transformación del Río Santa Catarina en un parque metropolitano de gran envergadura.
El río ya cumple una función vital al brindar servicios ambientales cruciales, pero imagina si pudiéramos agregar un beneficio adicional: espacios verdes para el esparcimiento de la comunidad. Con un plan sólido, podríamos mantener los servicios ecológicos que el río ofrece actualmente y, al mismo tiempo, satisfacer una necesidad apremiante de áreas verdes accesibles para los habitantes de la metrópoli.
Es cierto que una mayor afluencia de personas podría perturbar a algunas especies animales que actualmente habitan en el área, pero con el respeto y la planificación adecuados, es posible minimizar este impacto. La convivencia entre humanos y naturaleza es fundamental para crear un entorno más armonioso y saludable para todos.
Este proyecto no es tarea fácil. Requiere una coordinación eficiente, la voluntad de los tres niveles de gobierno y, por supuesto, recursos financieros significativos. Sin embargo, el potencial es innegable. El Río Santa Catarina abarca más de 400 hectáreas en su paso por la metrópoli, un espacio que podría conectarse con otros parques urbanos existentes y con el Parque Nacional Cumbres de Monterrey.
Tomemos como referencia el famoso Central Park en Nueva York, que cuenta con 341 hectáreas y recibe a más de 40 millones de visitantes anuales. A pesar de su alto costo operativo (alrededor de 70 millones de dólares al año), un estudio estimó que los beneficios económicos anuales para la ciudad fueron de más de 420 millones de dólares. En nuestro caso, el valor de las propiedades cercanas al Río Santa Catarina podría aumentar significativamente.
La transformación del río en un parque central sería un paso audaz hacia una convivencia más armoniosa entre la naturaleza y la comunidad. Aunque es un proyecto ambicioso que requerirá tiempo y recursos considerables, los beneficios en términos de calidad de vida, salud física y mental, así como la promoción de la cohesión social, justifican seriamente su consideración.
Mientras que en Nueva York, el proyecto del Central Park comenzó hace 165 años, aquí en Nuevo León tenemos la oportunidad de trazar nuestro propio camino hacia un futuro donde la convivencia con la naturaleza en pleno centro de la ciudad sea la norma.
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